jueves, 29 de agosto de 2013

Jueves 29 de Agosto de 2013



JUEVES 29 DE AGOSTO DE 2013
Martirio de San Juan Bautista, Misa: de la memoria. Lecturas propias. Prefacio propio.

Primera lectura
Diles todo lo que Yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos
Lectura del libro de Jeremías 1, 17-19
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: 17Cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que Yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide Yo delante de ellos. 18Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá ya sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país. 19Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque Yo estoy contigo para librarte.
Palabra de Dios.
Comentario:
Jeremías recibe una orden de parte de Dios: comunicar el modo de ver de Dios. El miedo ante la reacción ajena puede ser un freno a esa tarea, pero Dios lo pone frente a una opción, o la opinión de los demás o la de Dios. Lo importante que se muestra no es sólo que Dios exige que su profeta sea valiente para hablar, sino que también le entrega la "armas", por decirlo de algún modo, para que pueda hacerlo: "hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce", es que Dios no nos pide nada si no nos da la fuerza para hacerlo. El v. 19 termina lanzando a la esperanza al profeta: "no te derrotarán, porque Yo estoy contigo para librarte".
Ante una tarea difícil, lo sabemos, Dios siempre está dándonos la fuerza y el coraje. No se trata tanto de ser fuertes o valientes, sino de confiar en Aquel que nos hace fuertes y valientes. Si obedecemos la voluntad divina, todo saldrá bien porque "Yo estoy contigo para librarte".

Salmo Responsorial
Salmo 70, 1-4a. 5-6ab. 15. 17
R.    ¡ Mi boca anunciará tu salvación!
1Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme! 2Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame. R.
Sé para mí una roca protectora, Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque Tú eres mi Roca y mi fortaleza. ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío! R.
Porque Tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el vientre materno fuiste mi protector. R.
Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación. Dios mío, Tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.. R.

Aleluia (Mateo 5, 10)
Aleluia. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluia.

Evangelio
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 17-29
Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista
Herodes había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?" "La cabeza de Juan el Bautista", respondió ésta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.
Comentario:
El martirio de Juan es, no solo el final “adecuado” a quién se animó a servir a Dios antes que a los hombres; sino también, una manifestación más de la torpeza e incapacidad del ser humano. Que el rey se emborrache y prometa hasta la mitad de su reino porque le gustó un baile, indica claramente las motivaciones que a veces tienen quienes nos gobiernan. La decisión de Salomé y su madre, es también un despropósito propio de la insatisfacción que tienen los que todo lo tienen. La excesiva abundancia de bienes le provoca a estas mujeres desear solo cosas que les permitan sentirse seguras en sí mismas: la venganza, o la muestra violenta de poder, son algunas. Ellos son los que sesgan la vida de Juan el Bautista, en este mundo; pero los planes de Dios se cumplen inexorablemente, y Juan entregó su vida (a lo largo de toda su vida y no solo en el momento dramático del martirio) para que esto fueras así: el no miró sus intereses personales, vio los de Dios y los de toda la humanidad.
Será, entonces, necesario que nosotros nos planteemos hasta que punto nos parecemos más a Herodes y su esposa que a Juan el Bautista; y que también nos demos cuenta hasta donde nos llevan nuestras pasiones cuando no sabemos ponerles límites. 




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