XX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, AÑO IMPAR
- VIERNES
Primera lectura
Lectura del
libro de los Rut 1, 1–2a.
3-6. 7b-8. 14-16. 22
Noemí
regresó a Belén con la moabita Rut
1Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran
sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab,
con su mujer y sus dos hijos. 2El hombre se llamaba Elimélec, su
esposa Noemí, y sus dos hijos, Majlón y Quilión. 3Al morir Elimélec,
el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos. 4Estos se casaron
con mujeres moabitas -una se llamaba Orpá y la otra Rut- y así vivieron unos
diez años. 5Pero también murieron Majlón y Quilión, y Noemí se quedó
sola, sin hijos y sin esposo. 6Entonces se decidió a volver junto
con sus nueras, abandonando los campos de Moab, porque se enteró de que el
Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento. 7Mientras
regresaban al país de Judá, 8Noemí dijo a sus nueras: "Váyanse, vuelva cada una a la casa de su
madre. ¡Que el Señor tenga misericordia de ustedes, como ustedes la tuvieron
con mis hijos muertos y conmigo!" 14bOrpá despidió a su
suegra con un beso, mientras que Rut se quedó a su lado. 15Noemí le
dijo: "Mira, tu cuñada regresa a su
pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella". 16Pero
Rut le respondió: "No insistas en
que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú
vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios". 22Así
regresó Noemí con su nuera, la moabita Rut, la que había venido de los campos
de Moab. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada.
Palabra de Dios.
Comentario:
El
relato nos presenta a una mujer que se queda "vacía", sin marido ni
hijos. Sus dos nueras la acompañan a su tierra natal, un gesto de amor
misericordioso que Noemí tiene muy en cuenta. Ella invita a las dos mujeres a
que vuelvan con su gente, a rehacer su vida. Orpá lo hace, pero Rut decide
acompañar a Noemí. Pese a las insistencias de esta, Rut asegura que "yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú
vivas".
Las
dos protagonistas del relato son Noemí y Rut. Dos mujeres que lo perdieron
todo. La primera sigue atada a su dolor, mirando el pasado: "mis hijos muertos". No puede salir
de él. Quiere quedarse sola sin que nadie la cuide, ¿qué sentido tiene la vida
cuando se ha perdido todo? La segunda es alguien que mira el presente. No
abandona a Noemí, se queda con ella. Es la viva imagen de la misericordia que
no solo es tierna compasión, sino también fidelidad y cercanía. Mientras Noemí
vuelve a su tierra con las manos vacías, Rut entra a tierra extranjera cuidando
la vida de su frágil y abatida suegra.
El
relato es una viva imagen de que cuando parece que todo está perdido y nadie
puede consolarnos, Dios manda un ángel, un mensajero suyo. Este ángel no tiene
alas, tiene corazón… y su nombre es Rut. Cuando queramos la protección de Dios,
no elevemos nuestra mirada al cielo, veamos a nuestro alrededor, siempre habrá
un ángel, mensajero divino, como Rut, dispuesto a consolarnos con misericordia
y fidelidad.
Salmo Responsorial
Salmo 145 (146), 5–10
R.
¡Alaba, alma mía, al Señor!
5Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob y
pone su esperanza en el Señor, su Dios: 6él hizo el cielo y la
tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. R.
El mantiene su fidelidad para siempre, 7hace
justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los
cautivos. R.
8Abre los ojos de los ciegos y endereza a los
que están encorvados, 9el Señor protege a los extranjeros. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los
justos y entorpece el camino de los malvados. 10El Señor reina
eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. ¡Aleluya! R.
Aleluia (Salmo 24, 4b. 5a)
Aleluia. Señor, enséñame
tus senderos, guíame por el camino de tu fidelidad. Aleluia.
Evangelio
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34–40
Amarás al Señor, tu Dios, y
a tu prójimo como a ti mismo
34Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús
había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, 35y
uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: 36"Maestro,
¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". 37Jesús le
respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con todo tu espíritu. 38Este es el más grande y el primer
mandamiento. 39El segundo es semejante al primero: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. 40De estos dos mandamientos dependen toda
la Ley y los Profetas".
Palabra del Señor.
Comentario:
Los
maestros de la Ley distinguían 613 mandamientos (248 positivos y 365 negativos)
que podían ser graves o leves. Muchos trataban de ver cuál era el más grande,
para no perderse en la maraña de los 613 mandamientos. Poner un orden, asumir
valores de importancia, parecía una prioridad.
Para
Jesús no hay duda: Los más grandes son dos: amar a Dios y al prójimo. No es que
los invente, estos ya estaban en Deuteronomio 6,4 y Levítico 19, 18. La
genialidad de Jesús consiste en pasar de una Ley para cumplir, que legisla el
hasta donde y hasta cuando, a una Ley para amar, que no pone límites: Amar a
Dios con todo; amar al prójimo como a ti mismo.
Que
la Ley y los profetas dependan de estos mandamientos, es decir, que todo
"cuelgue" de esos dos mandamientos, hace que los cumplidores queden
en ridículo. Quién cumple, mezquina, calma su conciencia, satisface su propio
ego. Quien ama se entrega y da hasta que no quede nada.
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